sábado, 9 de marzo de 2013

Cartas de un viejo indecente (Charles Bukowski)


A John William Corrington, 17 de noviembre de 1961.

Soy un blando. no puedo hacerlo. estaba dando vueltas en auto con mi chica y era domingo y yo buscaba un lugar para comprar cerveza y vimos un cartel, POLLOS, y ella dijo, oh, compremos un pollo, vamos a cocinar un rico pollo, y yo dije claro, y paramos ahí y tenían pollos muy buenos, sólo que caminaban y tenían plumas blancas, había 60 o 70 y, cuando entré, un par de ellos se cagaron y otro me miraba guiñandome el ojo. me detuve en el mostrador y el tipo dijo lindos pollos, ¿no? pegué di media vuelta, salí y mi chica dijo dónde está el pollo, y le respondí qué mierda, todos parecían enfermos, no podías saber lo que te estabas llevando con todas esas plumas, y ella dijo pero es fácil, pálpalos con los dedos y mírales los ojos. agarré un pollo de ojos limpios. los pollos son como la gente, si los ojos no
están limpios es que algo anda mal.
¿cómo los matas?, le pregunté.
mi padre les retorcía el cogote, ¡WHIRRR, ZIP!!!
comamos un sandwich de banana, dije.
me acuerdo del matadero, allí por donde dobla el tranvía, los pisos estaban grasientos de sangre, verdes, la sangre tiene un olor especial que no se va nunca y no hay nada más difícil de quitar que una mancha de sangre, la sangre es vida, y la muerte llegaba minuto a minuto pero, a diferencia de los doctores y las enfermeras del hospital del condado de Los Angeles, yo nunca me pude acostumbrar. y no tenía auto. había que subirse al tranvía y la gente
olía la sangre sobre mí y me miraba, me miraba, y después llegaba a casa y me comía un churrasco. y no estoy a favor de los vegetarianos, quienes quizá sean demasiado blandos para la fórmula en que fuimos concebidos. yo como carne, pero no quiero ver cómo la consiguen nunca más, nunca más quiero oír ese sonido. cuando la vida cambia a muerte, en ese pequeño instante algo se rompe en tu cabeza, y ya no puede ser reconstruido. tampoco cazar ciervos, pibe. me pondría enfermo atar el cadáver en el baúl. tipos como Hemingway deben pensar que soy puto.
una vez me contaron una historia divertida. me la dijo un tipo que hacía terapia de grupo. tocaba no sé qué instrumento en la orquesta sinfónica, pero andaba como yo, sin hacer nada. bueno, él fue a visitar a un tipo. el tipo le dijo ven, te voy a mostrar algo. tengo 2 pollos. así ahorras plata. compras los pollitos y los criás. Ay ¿cómo los matas?, preguntó mi amigo. el tipo no sabía cómo matarlos. agarró un martillo y largó los pollos en el patio, tratando de matar los dos a la vez. fue un desastre. los pollos no se morían. y el tipo les pegaba con el martillo. el ruido, la sangre, un ojo colgando del nervio, el pico hundido en la cabeza y el pollo seguía corriendo, y mientras el martillo subía y bajaba, el otro pollo estaba quieto, esperando. al final, mi amigo, piadoso, se puso mal. y empezó a dar instrucciones y al cabo de un rato el trabajo concluyó. el tipo agarró los dos pollos y los tiró a la basura. su novia lo abandonó y nunca más le habló, y tampoco le habló al que había dado las instrucciones.

Charles bukowski

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